martes, 18 de diciembre de 2012

Algo de deporte

Para algunos, la Liga española es un torneo "aburrido", un campeonato en el que el líder ya tiene media Liga en el bolsillo a tres partidos del final de la primera vuelta. Sin embargo, lejos de los altos vuelos del Barça y de sus más inmediatos perseguidores, Atlético y Real Madrid, que viven en una burbuja de 13 puntos, los otros 17 equipos pelean separados por otros tantos puntos.
En este nutrido grupo, la otra Liga, o la Liga 'entretenida', apenas encuentran tiempo para el aburrimiento y la lucha es encarnizada, sobre todo en estadios calientes, como Mestalla, el Iberostar Estadi o la misma 'Catedral', San Mamés. Tres equipos encallados en una parálisis permanente en el campeonato, en tiempos duros para jugadores, entrenadores y, en algún caso, directivos.
Este fin de semana, Mestalla volvió a rugir y volvió a sacar los pañuelos a pasear. Es el caso más paradigmático de todos. El Valencia, clasificado para octavos de la Champions y con entrenador nuevo en el banquillo, Ernesto Valverde, volvió a tropezar en Liga y no mejoró la pobre imagen que arrastra esta temporada. Resultado: el estadio pide explicaciones a Llorente.
El presidente valencianista ya fue el objetivo de las críticas con Pellegrino en el banquillo, y, sin visos de cambio, la afición del equipo levantino cargó de nuevo este domingo cuando su exjugador, 'Chori' Domínguez, ahora en el Rayo, se llevó los tres puntos del que fue su estadio y dejó a los de Valverde anclados en la undécima posición de Liga. Eterno aspirante a alternativa en una Liga bipolar, el Valencia soñaba con ocupar el papel que este año está protagonizando el Atlético de Madrid.


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